jueves, 25 de junio de 2009

Cantores de Quilla Huasi

Cantores de Quilla Huasi
La historia de Los cantores de Quilla Huasi es bastante conocida, al menos para quienes fueron seguidores de ese cuarteto que adornó con bellas canciones, la página de una época inolvidable para el folclore argentino.Yo quiero hacer una sencilla reseña, más que otra cosa, para revivir conforme voy escribiendo, emociones de un tiempo musical irrepetible.En 1952, los salteños Fernando Portal y Carlos Vega Pereda, con el bonaerense Ramón Núñez (el japonés para sus amigos), y el rionegrense de Viedma, Carlos "conejo" Lastra (de inconfundible estilo), se juntaron para integrar un conjunto folclórico. Ellos no sabían que estaban forjando una historia; que pasarían a figurar en la antología de la música nacional.Núñez es oriundo de Capilla del Señor, y Pereda se radicó de muy joven en Villa Mercedes (S. Luis); de ahí que andando con los compadres tonaderos, acariciados sus oídos por guitarras y canciones de Cuyo, fue amando el cancionero de esa región y por eso muchos creen que es Cuyano.El poeta de Waco; el sanjuanino Eusebio Dojorti, más conocido como Buenaventura Luna, creador de la legendaria Tropilla de Huachi Pampa, ofició de padrino del grupo al que bautizó como LOS CANTORES DE QUILLA HUASI. En el idioma indígena quechua, "los cantores de la casa de la luna" se traduce como "los cantores de quilla huasi", porque Quilla significa luna, y Huasi quiere decir casa.Así, con un repertorio mas bien norteño apoyado en guitarras, quena, charango y bombo, debutaron en la Confitería Richmond de la céntrica calle Esmeralda de Buenos Aires en 1954, y poco después lo hicieron en LR1 Radio El Mundo de esa Capital.En 1956 Oscar "Cacho" Valles (porteño), cuyo verdadero nombre era Oscar Mazantti, reemplazó a Portal, y el conjunto tomó otro rumbo; la guitarra de Valles se complementó con la de Núñez, y el repertorio se tornó más cuyano.
Otro cambio significativo fue el del pampeano de Gral. Pico, Roberto Palmer, por Vega Pereda, producido en el año 1960. Palmer venía de integrar un trío melódico, y le dio a Los Quilla un signo más romántico y no tan cuyano.Carlos Vega Pereda quizá quiso probar suerte como solista (esto lo supongo yo), y abandonó el marco protector del cuarteto; grabó excelentes LP pero no tuvo la repercusión que merecía; hoy está residiendo en Villa Cura Brochero, un apacible lugar cordobés en el Valle de Traslasierra, que guarda memoria del "Cura gaucho" José Gabriel Brochero.No recuerdo exactamente cuando se produjo la última variante en el conjunto (sé que fue antes de 1976), cuando el riojano Ramón Navarro entró en lugar de Ramón Núnez (otro misterio para aquellos que no estábamos en el círculo íntimo de Los Quilla). El punteo del "japonés" pasó a ser ejecutado por Palmer con bastante solvencia.Tuve la suerte de verlos en la vieja casa de LR3 Radio Belgrano que estaba en Ayacucho y posadas. Esa noche también actuó la bella e inolvidable Susy Leiva. De esa oportunidad quiero contarles la siguiente anécdota:Yo había ido con la intención de dejarle la letra de una zamba de mi autoría a Oscar Valles, para que la musicalizara. Lo abordé decididamente mientras él afinaba las guitarras en un pasillo de la Radio, y luego de escucharme pacientemente me dijo sonriendo: "Mirá pibe, te agradezco, pero la verdad es que no tengo tiempo ni para estar con mi señora". Fue una manera elegante de deshacerse de alguien de los tantos que le acercaban sus creaciones "magistrales"... porque cualquiera que haya escrito una letra o compuesto una canción, piensa que tiene en sus manos la ¡obra cumbre!; la pieza más genial de todos los tiempos.Así fue como con mis ilusiones truncas, fui al auditorio donde en pocos minutos más harían su esperada actuación semanal, auspiciados por "Don Rolando", una marca de vinos famosa en aquellos días. Y mientras escuchaba a la recordada Susy Leiva (esperando la actuación de Los Quilla), me consolaba pensando que, al menos, no habían leído mi letra...Unos años después, cuando ya Palmer había reemplazado a Pereda, compartí con ellos un asado que les ofreció el Club Rivadavia de San Genaro (S. Fe)... pero esa noche, no intenté darles letra alguna.

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